Psoas
“MUSCULUS ILIOPSOAS, PNA [MÚSCULO PSOASILÍACO]
Está casi enteramente contenido en la cavidad abdominopelviana donde contribuye a formar la región lumbar; pasando por la fosa ilíaca [interna] aparece en la parte anterior del muslo. Está constituido por dos porciones: el psoas, inserto en la columna lumbar y el ilíaco, situado en la fosa ilíaca [interna]. Los dos se reúnen para adoptar una inserción común en el fémur” (Latarjet-Ruiz Liard, Anatomía Humana.2da edición, Volumen I: 797).
Según un artículo publicado en BBC Mundo, el psoas es uno de los músculos más importantes y desconocidos del cuerpo humano. El hecho de incorporarnos de la silla al momento de abandonar una reunión virtual de estas que queremos tanto, ya presupone su actividad.
Sin embargo y más allá de su ubicua presencia en movimientos que damos por obvios, el psoas cumple un rol fundamental en la postura erguida. Un problema muscular asociado al psoas conlleva, eventualmente, dificultades para incorporarnos y acusa la presencia de un dolor más intenso cuando estamos, precisamente, en bipedestación.
En criollo sería algo así como no poder mantener la cabeza en alto, -un achaque del orgullo dirían los/as melodramáticos/as-, pero más que nada, una sumisión impensada ante el descalabro corporal. Discépolo remataría la imagen con un “fané y descangayado”, para referirse a un cuerpo al que el psoas le ha pasado factura. Me imagino también, desbordada por las luces del arrabal, que Goyeneche podría haber cantado otra versión de Ventarrón, el malevo de fama y estampa: “Solo y triste, casi enfermo/Con su psoas mordiéndole el alma,/Volvió el malevo buscando su fama/Que otro ya conquistó”.
Y ahora que me he ido tan lejos, no sabría cómo retomar. Simulando que estiro el músculo, acomodo la postura y sigo leyendo la noticia de la BBC con la que se inició este traspié pseudo-literario.
Lo cierto es que el informe señala que el psoas es conocido también “como “el músculo del alma” debido a que en algunas partes de la cultura oriental se considera que influye directamente en el estado de ánimo de las personas…Es una teoría que se basa en la influencia que tiene el psoas para que su entorno trabaje como un todo, por lo que se entiende que si se sufre algún tipo de problema en un músculo tan complejo lo más probable es que haya repercusión en cómo se siente uno”.
Virabhadrasana: la postura del guerrero
En yoga, esta es una de las posturas más conocidas y una de las que involucra al psoas, ese músculo del alma. La posición rememora un acto que destruye para crear: el asana evoca a un guerrero que empuña las armas para derrotar a dos enemigos, el ego y la ignorancia.
Describir este asana me llevaría dos vidas no por la complejidad del mismo sino por la poca destreza para diseccionar un movimiento con palabras. Sin embargo, este asana me permite una asociación libre que, como trataré de hilar a continuación, se suma a una anterior que pensé y todavía no dije. Inhalo, exhalo y allí voy.
Convengamos, entonces, que el psoas es el músculo del alma. Su sola presencia es garantía del andar de pie, erguidos/as, con la frente en su exacta posición, con un gaste parejo de los tamangos; y también, garante de la ausencia del dolor causado por un desajuste entre las partes. Un/a guerrero/a fuerte construye su estructura corporal a base de entrenar, en su justa medida, su músculo del alma.
A riesgo de sonar brutal y obvio, el recurso a la analogía me asiste ahora para pensar que tal vez podamos empardar cuerpo físico y cuerpo social. En ese ajuste de similitudes, es posible pensar que, en el cuerpo social, la memoria hace las veces del psoas. Y como todo músculo, la memoria reclama su elongación.
Un 22 de abril, pero de 1985, comenzaron las audiencias de la “Causa 13/84” que contendrá, entre otros, un párrafo que cierra sin venganza ni tormento -con la sola fuerza de la ley- un fragmento trágico de nuestra historia nacional:
“También ha quedado demostrado en este juicio, que las órdenes impartidas dieron lugar a la comisión de un gran número de delitos de privación ilegal de la libertad, a la aplicación de tormentos y a homicidios. Asimismo, se ha evidenciado que, en la ejecución de los hechos, los subordinados cometieron otros delitos que no estaban directamente ordenados, pero que podían considerarse consecuencia natural del sistema adoptado.” (http://www.derechos.org)
El comienzo de lo que se denominó el Juicio a las Juntas, constituyó un procedimiento inédito en la historia mundial: la comparecencia de los dictadores ante un tribunal de su propio país que los juzgó por los crímenes cometidos. Un procedimiento que en su misma ejecución dio cátedra sobre el significado pleno de un estado de derecho.
Creo que en ese momento y como país, empezamos un largo entrenamiento del músculo desconocido del alma colectiva: el psoas/memoria. Y creo también que la postura del guerrero, en ese acto ejemplificada, lejos de rehabilitar simbólicamente una venganza, gestó una nueva forma de ponernos de pie ante enemigos compartidos: la ignorancia, el terror y la masacre.
A veces olvidamos -vaya paradoja- hacer trabajar correctamente ese músculo. Esta anatomía argenta, tantísimas veces, ha pagado y paga el precio de creer que el psoas/memoria es algo de lo que podemos prescindir.
Por eso cuando no te puedas mantener en pie, querida Argentina, no llores por el psoas y entrenalo, que te aseguro, te quiere cada día más.