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A million miles away
A estas alturas ya es un lugar común aquello que dijera San Agustín a propósito del tiempo: sé perfectamente qué es, pero si me piden que explique de qué se trata, no sabría qué decir.
Es que el tiempo, sospecho, conforma la textura de lo humano. O lo humano se trenza en la hechura del tiempo. Lo buscamos, lo perdemos, lo soñamos, lo anhelamos. Particularmente, lo anhelamos. Junto con la muerte, el tiempo es la otra gran certeza de los/as efímeros/as. No hay forma de redirigir la flecha temporal, no hay vida que no se conciba hacia/desde/un final. Como cantara el soneto de Quevedo: Ayer se fue; mañana no ha llegado; Hoy se está yendo sin parar un punto. Soy un fue; y un será, y un es cansado.