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La medida de las cosas
El extremo distópico también es una advertencia y de las duras. El desarrollo tecnológico no está exento de -ni parece ser una forma de evitar- una de nuestras peores mañas evolutivas: la de pergeñar soluciones cada vez más virulentas a nuestros conflictos. A mayor exactitud en un lado, mayor precisión en el otro. Ese «ellos también han progresado mucho», resume los riesgos de encorsetar lo que ha nacido desmedido.