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El mundo está lleno de inconscientes
Estaba leyendo a Emanuele Coccia y su teoría del vehículo en el mismo momento en que se me juntaban dos neuronas a conversar en algún lugar de la nave. Es difícil saber en qué momento comienzan ciertos pensamientos o a causa de qué. A mí se me amotinaron unas cuantas líneas de pensamientos a propósito de nada. Sin embargo, lo anterior no es tan cierto: llevo unos días dándole vueltas a esta cuestión de la escritura. Va para un año que comencé a redactar la introducción del Boletín. Sospecho que había una intencionalidad operando allí. Al menos, la sentía. Visto en perspectiva -y con Coccia atravesando lo que digo-, me queda claro que aquellas palabras y también estas, no son mías y son mías. El mar recorrido, el mundo atravesado en un año, me ha permitido ver que soy tan solo un medio de transporte.