Categoría: Editorial

  • Desiertos

    Desiertos

    El desierto es una de las metáforas más fecundas -valga la paradoja- para hablar de la vida y sus circunstancias. Desde la sensación de profunda desolación, hasta la futilidad de cualquier búsqueda, la tierra sedienta acompaña nuestros peores pronósticos y conjura gran parte de nuestras distopías.

  • La muerte y las matemáticas

    La muerte y las matemáticas

    En este tiempo de relevamiento estadístico permanente, los números y las proyecciones de la enfermedad, conducen, muchas veces, a un dadaísmo matemático. Es algo así como una sucesión sin sentido de curvas, ceros, muchos ceros. A quienes no nos susurra diosa alguna al oído, nos resulta dadaísta toda presentación de la muerte en términos numéricos. Superada cierta cifra (para cada quien cientos, miles, o docenas) ya se nos complica estimar algo significativamente. Es como si la muerte no se llevara bien con las matemáticas, o que ésta fuera incompatible con la vida. Entiéndaseme bien. Creo que esta sensación, convicción, adquisición creencial de último minuto tiene que ver con suponer que somos profundamente prometeicos/as.  La vida y la muerte no se buscan en una campana de Gauss. Encontramos rostros, sí, pero en las manchas que deja la humedad en las paredes o en la forma de las nubes. Rostros, figuras antropomórficas, animales, no números. Se nos da bien esto de entender que la muerte es algo que le ocurre a alguien como nosotros/as. Porque ahí es cuando comprendemos lo cerca que podemos estar de caer en el silencio: “Luego vinieron por mí y no quedó nadie para hablar de mí” (Martin Niemöller, que no Brecht, chequeadísimo).

  • Tecnologías del suponer

    Tecnologías del suponer

    Escribo sobre una computadora a la que le he volcado el agua del mate. Y no sé cuánto me permitirá usarla sin entrar en crisis existencial que, en su caso, podría significar un chisporroteo de sus partes mecánicas. Si acaso me dijera que se está muriendo de alguna otra forma, la crisis existencial la tendría yo. Por ahora me conformo con la insistencia de la vida en un mundo sin sentido, crisis que está ahí desde que al universo se le dio por incrementarse pasado un fragmento de tiempo -10ˉ32 segundos- del Big Bang. Así que no quiero sorpresas, que ya bastante tengo con tratar de entender que eso que llamamos explosión es una singularidad y mi computadora se muere, se muere…

  • Nada como dar buenas noticias

    Nada como dar buenas noticias

    -Hola, ¿vacunatorio? -Dirá usted… -Soy William Shakespeare. Billy, para los amigos. -¿Algún problema con la vacuna? ¿Está usted bien? -No, ningún problema, de hecho, nunca me he sentido mejor.  Sabe, llevo casi 500 años esperando esta oportunidad. ¡Todavía me queda tanto por escribir! Pensaba, ¿no?, qué bueno sería escribir una comedia de enredos donde los dinosaurios se almuercen algún arbolito cerca del Serpentine y Hitler gane las elecciones en Namibia. -Ay, no, no, quédese donde está, es un efecto colateral de la vacuna. Probablemente, otro efecto secundario de la misma, además del ferromagnético. -¿¿Efecto qué??

  • Yo soy mientras nosotros somos (Ubuntu)

    Yo soy mientras nosotros somos (Ubuntu)

    Gran parte de lo mencionado aquí es deudora de las investigaciones sobre música afroargentina de Pablo Cirio. Corcho quemado Mi fracaso en la actuación fue iniciático. ¿A qué me refiero con esto? Que se veía venir, y más que verse a lo lejos, se vio en reiteradas ocasiones, en particular, en la primera. Creo que […]

  • Un plato de sopa fría

    Un plato de sopa fría

    No soy fanática de la sopa. En esto, y solo en esto, me parezco bastante a la indómita Mafalda. Pero la vajilla, bueno, ese es otro tema. Me puede la vajilla, confieso, a pesar de que suene como aguijón la voz del Indio recordándome “el lujo es vulgaridad, dijo, y me conquistó”.

  • El mundo está lleno de inconscientes

    El mundo está lleno de inconscientes

    Estaba leyendo a Emanuele Coccia y su teoría del vehículo en el mismo momento en que se me juntaban dos neuronas a conversar en algún lugar de la nave. Es difícil saber en qué momento comienzan ciertos pensamientos o a causa de qué. A mí se me amotinaron unas cuantas líneas de pensamientos a propósito de nada. Sin embargo, lo anterior no es tan cierto: llevo unos días dándole vueltas a esta cuestión de la escritura. Va para un año que comencé a redactar la introducción del Boletín. Sospecho que había una intencionalidad operando allí. Al menos, la sentía. Visto en perspectiva -y con Coccia atravesando lo que digo-, me queda claro que aquellas palabras y también estas, no son mías y son mías. El mar recorrido, el mundo atravesado en un año, me ha permitido ver que soy tan solo un medio de transporte.

  • Ser o no ser (accesible), esa es la cuestión

    Ser o no ser (accesible), esa es la cuestión

    Uno de los platos fuertes de este tiempo pandémico, que más que tiempo ya es toda una era (¿pandemioceno?), es la discusión en torno a vacunas y patentes. En líneas generales, se entienden por patentes aquellos derechos de explotación exclusiva que tienen como objetivo proteger e incentivar la innovación. Una de las patentes que está a la orden del día es la de las vacunas y un reclamo asociado, por supuesto, es el de liberarlas. El argumento por la liberación de las patentes de este recurso hoy indispensable, insiste en que esta situación mejoraría el acceso a las vacunas en distintos puntos geográficos, en particular, en aquellos menos favorecidos. El contraargumento plantea, en un sobrevuelo poco digno de un tema tan complejo, que el problema no reside en la suspensión -aunque momentánea- de las patentes, sino en la capacidad para producirlas en un tiempo suficientemente razonable para cubrir la demanda.

  • Anatomía argenta

    Anatomía argenta

    Convengamos, entonces, que el psoas es el músculo del alma. Su sola presencia es garantía del andar de pie, erguidos/as, con la frente en su exacta posición, con un gaste parejo de los tamangos; y también, garante de la ausencia del dolor causado por un desajuste entre las partes. Un/a guerrero/a fuerte construye su estructura corporal a base de entrenar, en su justa medida, su músculo del alma. A riesgo de sonar brutal y obvio, el recurso a la analogía me asiste ahora para pensar que tal vez podamos empardar cuerpo físico y cuerpo social. En ese ajuste de similitudes, es posible pensar que, en el cuerpo social, la memoria hace las veces del psoas. Y como todo músculo, la memoria reclama su elongación.

  • Newton: el señor de las monedas

    Newton: el señor de las monedas

    Les cuento un desajuste que viene a cuento del vil metal y nos depara un par de anécdotas que tienen lo suyo. Todo empieza con un rey desconfiado, un señor respetado y una bañera. Hierón II de Siracusa (306-215 A.C.) quiso fabricar una corona merecedora de su real cabeza. Para ello destinó mucho oro, pero mucho. Se le pidió a un orfebre que llevara adelante la tarea con la condición de que no se le agregara ningún material, -¡que ni piedras, hombre!-, a la hechura. La corona llegó a manos del rey y éste pensó que tal vez el orfebre pudo haberse quedado con un poquito de oro en el proceso. Y en eso aparece Arquímedes: -Qué tal, buen día, vengo por el anuncio para ocupar un puesto en control de calidad (“ponele” que haya sido ése el diálogo entre el sabio de las palancas y el paje del rey). -Tenemos un problema, Houston (parece que le dijeron cuando lo contrataron y lo mandaron derechito a resolver el asunto de la corona).