Instrucciones para reciclar

Instrucciones para reciclar

(A propósito del Día Mundial del Reciclaje)

1.

El reciclaje es una parte fundamental de lo que se conoce como “la norma de las 3R”: Reducir, Reutilizar, Reciclar. Ese tridente ocupa un lugar central en la agenda actual mundial en la medida en que colabora con la gestación de una sociedad sostenible. El derroche de recursos no amerita mayores comentarios; por donde se mire, la extralimitación en el uso de todo lo que se nos pone enfrente es un lugar común. Según las Naciones Unidas:

“La extracción y el procesamiento de los materiales, los combustibles y la comida son responsables de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero mundiales totales y de más del 90 % de la pérdida de biodiversidad y el estrés hídrico.

Si la población mundial continúa creciendo como se prevé y alcanza los 9600 millones en 2050, podríamos necesitar el equivalente a casi tres planetas para disponer de los recursos naturales que harían falta para sostener el estilo de vida actual.

En países de alto ingreso, la huella material per cápita, es decir, la cantidad de materias primas necesarias para satisfacer nuestras necesidades, es más de diez veces mayor que en países de bajo ingreso. Además, el Grupo de los 20 (G20) es responsable del 78 % de emisiones de gases de efecto invernadero mundiales”.

Sin embargo, más allá de los datos duros que arrojemos, de lo que es el caso a la toma de conciencia hay un largo camino por recorrer. Sabemos que el espacio que media entre la enunciación de un problema y las acciones tendientes a su solución es tan grande que necesitaríamos calzarnos las botas del famoso gato del cuento infantil que, según entendidos/as, recorría siete leguas en una zancada, para intentar achicarlo.

Por otra parte, que las acciones no se produzcan, tal vez, en los tiempos que podrían ser los adecuados, no implica que no se estén produciendo. Solo para darnos una vuelta por nuestra pequeña casa, la UNLP cuenta, por ejemplo, con un programa que nació allá por 2009 y que hoy es EKOA. Este es un proyecto que impulsa la reutilización de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE). Un programa, por lo demás, que lleva la marca de la casa grande o mejor, de la tierra, de la aldea, del lugar donde se habita según la lengua guaraní (https://www.ekoa.unlp.edu.ar/).

Cada ejemplo -como cada dato bruto- no hacen otra cosa que reforzar esta cuestión de que tenemos todas las deudas pendientes todas con nuestra casa común.

2.
            Las instrucciones para reciclar a las que remite el título de esta introducción son solo una provocación cortazariana. Está claro que solo seremos conscientes de que las cosas han cambiado en torno a la conciencia ambiental -por caso- el día que cualquier cálculo sobre la huella de carbono, que toda estrategia para reducir el consumo de agua o el aprovechamiento de la energía, hayan sido internalizados al punto que nos provoque risa prescribir obviedades a la manera de Julio:

“Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie”).  (Instrucciones para subir una escalera).

O la exquisita y existencial instrucción para darle cuerda al reloj:

“Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.

¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa”.

3.

Lejos del chiste y de la extraordinaria prosa de Cortázar, es cierto que, mirándolo todo desde cerca, las deudas de las que hablábamos antes y las acciones para resolverlas, solo remiten a la cáscara de la casa, a su corporalidad, a las cosas y a sus movimientos. No dicen nada de todo aquello que no puede ser reciclado y que ninguna acción parece ser suficiente para cubrir las huellas de lo dañado.

Es extraño, pero muchas veces parece que la norma de las 3R se las aplicamos a las personas y no a las cosas. Inmensa paradoja esta que resulta del hecho de que muchos/as reducen las “almas” de otros/as a su mínima expresión, las reutilizan y las reciclan. Pero nuestras vidas no son cosas y no admiten nada de todo esto.  Visto de este modo, ¿qué pueden esperar los cuerpos, la tierra, las cosas que la habitan, si las historias personales suelen ser la misma razón del peor de los extractivismos?

Una cosa, en este caso, lleva a la otra. Como la vieja pregunta por la primeridad del huevo o la gallina, es preciso pensar si al cuidado de lo otro le antecede el cuidado de los/as otros/as u ocurre exactamente al revés. Pero si acaso la pregunta no aplicara, bastará con tomar como hipótesis de trabajo la idea de que un cuidado no puede ser sin el otro.


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