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Encarnizada reina
Siempre tengo presentes las adjetivaciones borgeanas contenidas en el exquisito “Ajedrez”. Porque sí, porque tienen de todo menos de antojadizas. La reina no puede ser más que encarnizada; el peón, nunca menos que ladino. Sin embargo, también es cierto que hay que encontrarle la vuelta a lo de encarnizada y a lo de ladino. Porque, sin mediar mayores disquisiciones, podrían comprenderse ambos adjetivos de maneras poco felices. Lo cual no hace más que dar fe de la forma en que las palabras adquieren ropajes dispares a medida que el habla las pone en uso en diferentes tiempos y contextos.